La experiencia de Wilson González, una persona con discapacidad visual, es ejemplo de los logros que se pueden alcanzar con la guía y colaboración brindada en los centros Crea, de […]
Por Margareth Sánchez Melo
9 diciembre, 2024
En el Crea Fontanar del Río, un zoológico muy especial cobraba vida. Sobre las mesas, un león con una melena que parecía un sol radiante, un zorro rosado con manchas amarillas, cerdos con corazones enormes y aves de plumas brillantes desplegaban sus alas hacia mundos desconocidos. No eran animales comunes: eran criaturas nacidas de los sueños y las historias que cada niño traía consigo, moldeadas con papel y materiales reciclados.
“Yo hice un león porque es fuerte y valiente, y cuida a los demás”, dijo Samuel, sosteniendo con orgullo su obra. Su mirada, cargada de emoción, se posaba en los detalles: la melena esculpida con cuidado, las patas firmes que parecían sostener el coraje del rey de la selva. “Primero lo dibujé, después lo pinté, y luego lo hice en 3D”, explicó, rememorando el proceso creativo con la pasión de un verdadero artista.
Cada animal no solo tenía forma, sino también historia y un escenario que lo hacía único. Una niña creó un zorro rosado con manchas amarillas que, según su relato, era el guardián de un bosque encantado, siempre listo para ayudar a los animales en peligro. Otro niño imaginó un cocodrilo anaranjado capaz de cargar todas las penas del mundo sobre su espalda. “Estos personajes son más que figuras; son el reflejo de lo que los niños sienten y quieren contar”, comentaron Lina Pachón y María del Pilar López, las artistas formadoras encargadas del taller.
Esta experiencia era solo una de las 27 actividades que el Programa Crea del Instituto Distrital de las Artes – Idartes ofreció durante la temporada de vacaciones. Diseñados para despertar la creatividad y la expresión, estos espacios permitieron que personas de todas las edades exploraran el arte como un vehículo para imaginar y narrar.
Por unas horas, el Crea Fontanar del Río se transformó en un santuario de creación sin límites, donde las infancias jugaron a ser escultores y narradores. Allí aprendieron no solo a pintar, sino también a dar forma a sus ideas y emociones. “Cada animal cuenta algo que los niños no siempre saben cómo decir con palabras”, reflexionó la artista formadora, mirando con orgullo la galería improvisada de figuras coloridas que decoraban el salón.
Entre risas y manos llenas de pintura, el zoológico imaginario se convirtió en un espacio donde la fuerza del león de Samuel y la valentía del zorro de manchas amarillas demostraron que, cuando se trata de crear, no hay límites para lo que la imaginación puede lograr.