Nuestros Crea

Feliz día Maestros. Un día de artista formador, un día en la piel de maestro.

Estar un día de artista formador es habitar el cruce entre la creación y la entrega, donde el arte no se reduce a una obra, sino que se expande como un acto de comunión, escucha y siembra. Es asumir que cada trazo, cada movimiento, cada nota o palabra tiene el poder de tocar fibras, despertar preguntas y abrir caminos en quienes nos rodean.

Estar un día en la piel del maestro es comprender la pedagogía como un ejercicio de amor radical, donde educar no es imponer, sino invitar a descubrir, construir y transformar. Es sostener con paciencia los procesos de otros, cultivar la esperanza incluso en medio de la adversidad, y confiar en que cada persona tiene algo valioso por decir y por crear.

Cuando el arte, la pedagogía y el amor se entrelazan, el artista formador se convierte en un agente de transformación social. No desde el discurso, sino desde la experiencia: la que se vive en el aula, en el taller, en la calle, en la escucha atenta y en la presencia honesta. Se transita así entre la vulnerabilidad y la potencia, entre lo individual y lo colectivo.

Un artista formador llega temprano para ser testigo de un acontecimiento, se prepara para compartir su saber, sus habilidades y su conocimiento.

Un artista formador es un gran oyente, un observador agudo, un investigador riguroso y un aprendiz incansable.

Un artista formador logra ver lo que otros ignoran, es capaz de sentir en el silencio de un estudiante sus emociones, su fuerza y su capacidad creadora, un artista formador explora en cada encuentro otras facetas de su ser y el de sus estudiantes. Es cómplice que guía, acompaña y propicia la creación desde los lugares más inesperados.

Un artista formador es el puente entre el mundo concreto y el mundo de lo sensible y de lo que nos cuesta decir con palabras.

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