PIZARRA N°1
¿Qué es una pizarra?
Es un espacio de reflexión, de intercambio, de juego y de creatividad que a lo largo de la semana va generando una huella gracias a los escritos, testimonios y aportes de todos los que circulan por el Crea Lucero Bajo.






Queremos invitarte para que hagas parte de esta experiencia sensible, donde lo que quieras expresar va a tener un lugar especial en nuestro Crea.

PIZARRA N°1 ¿QUÉ TE HACE FELIZ?
Para esta primera edición de la PIZARRA desde el lunes 19 de mayo hasta el 30 quisimos preguntarle a todos nuestros visitantes, qué los hace feliz?
Esta pregunta surge con una intención genuina para conocer un poco a las personas que asisten a nuestras instalaciones y saber qué les motiva, qué les nutre y ellos de qué manera perciben su bienestar y en este caso la felicidad.
¿Por qué preguntarnos qué hace feliz a quienes asisten al Crea Lucero Bajo?
Como parte del enfoque sensible y territorial del Crea Lucero Bajo, surge una pregunta esencial: ¿Qué hace feliz a las personas que asisten al Crea Lucero Bajo? Esta inquietud no es menor ni anecdótica; por el contrario, responde a una motivación profunda que entrelaza lo artístico, lo humano y lo comunitario.


En primer lugar, reconocer la felicidad del otro es reconocer su humanidad. Esta pregunta abre un espacio para escuchar las voces de niños, niñas, adolescentes, jóvenes y familias no desde la carencia o la problemática, sino desde sus deseos, emociones y esperanzas. En contextos históricamente marcados por la desigualdad o la violencia, poner el foco en la felicidad permite resignificar el territorio como un lugar donde también habitan la belleza, la alegría y el potencial transformador de la vida cotidiana.
Además, conocer aquello que genera bienestar en quienes hacen parte del Crea fortalece el sentido de pertenencia al espacio, convirtiéndolo no solo en un centro de formación artística, sino en un lugar emocionalmente significativo. Este vínculo es clave para consolidar entornos protectores que promuevan la confianza, el cuidado colectivo y la convivencia.

Desde una perspectiva pedagógica, esta pregunta también orienta los procesos de creación, formación y circulación artística. Cuando sabemos qué hace feliz a una persona, podemos diseñar experiencias más pertinentes, motivadoras e inclusivas, que realmente conecten con sus intereses, talentos y contextos.


Por último, esta búsqueda de la felicidad es también una herramienta para identificar liderazgos, narrativas positivas y sueños colectivos, potenciando el tejido social de la comunidad y ampliando las posibilidades de transformación territorial desde el arte.

Preguntarnos por la felicidad es, en el fondo, una forma de cuidar, de acompañar y de construir comunidad desde el reconocimiento mutuo.



La pizarra del Crea Lucero es mucho más que una superficie para escribir: es un territorio simbólico, un umbral de expresión, donde cada trazo, palabra o color se convierte en acto poético y político.
Es un espacio vivo, que late con las emociones, deseos, intenciones y sueños de quienes lo habitan.
Una especie de memoria compartida en construcción constante, hecha de voces diversas, cuerpos presentes y miradas encendidas.
La pizarra del Crea Lucero no se borra del todo: cada mensaje deja una huella, cada imagen siembra una pregunta. Allí se permiten la duda, la contradicción, el juego y la esperanza.
Es lugar de encuentro, de escucha sensible, de creación colectiva.

Es un espejo de lo que somos y lo que podemos llegar a ser.
En la pizarra del Crea Lucero se escriben palabras que no caben en los cuadernos, y se sueñan mundos que todavía no existen, pero que allí, por un momento, parecen posibles.



Crea Lucero suena a horizonte encendido.
A un espacio donde la imaginación se convierte en lenguaje, y el lenguaje en acto.
Es un lugar —o quizás un impulso— donde lo colectivo se encuentra con lo íntimo,
donde las manos trabajan con ideas y las ideas se visten de color, voz, forma o movimiento.

Crea Lucero es, en mi percepción, como una pizarra abierta al cielo: un espacio que invita a escribir el mundo de nuevo, sin miedo al error, con la valentía del trazo libre y la ternura del cuidado.
Ahí, los sueños no se archivan. Se ensayan. Se viven.
Las palabras no se explican: se comparten, se sienten, se transforman.

Quizás por eso, más que un lugar, Crea Lucero es una forma de mirar.
Una constelación de posibilidades.
Un taller de estrellas.
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