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El hombre que compró un piano que no sabía tocar

Por Margareth Sánchez Melo

23 julio, 2020

Esta historia bien podría ser una fábula acerca de la perseverancia, la dedicación y el valor de los sueños.

Desde que tiene memoria, Ernesto Méndez Bernal ha apreciado la música y soñaba con interpretar un instrumento, pero entre las dificultades económicas de la juventud y la falta de tiempo en la adultez, el sueño de don Ernesto no encontraba un escenario propicio para hacerse realidad.

Sin embargo, cuando se pensionó de la Fábrica de Monturas Para Anteojos y Similares Cian donde había laborado durante muchos años como electromecánico y electricista, don Ernesto no lo pensó dos veces e hizo un plan de acción que le permitiera cumplir su fantasía de músico.

Fue así como, en 2014, decidió comprar un piano en una tienda especializada en San Andresito de la 38. “El piano a mí me encanta porque con él uno puede desarrollar toda la música. En un piano usted puede interpretar boleros, cumbias, lo que a usted le guste, además es un gran instrumento porque no necesita de mucha compañía”, afirma Méndez.

Posteriormente el pensionado, se dedicó a buscar academias donde pudiese aprender a tocar el instrumento, pues a sus más de 70 años, tenía el tiempo libre del que había carecido en la adultez y no pensaba desperdiciarlo. Según él, este era el momento idóneo para hacer realidad su sueño.

Lastimosamente los precios de los cursos y talleres de piano en las academias en las que don Ernesto averiguó, se le salían completamente de presupuesto, incluso algunos valores le parecían desorbitantes. Así que el piano se quedó guardado en su casa por varios años.

En septiembre de 2018 se enteró sobre el Programa Crea del Instituto Distrital de las Artes – Idartes, fue a través de una amiga que descubrió que había 19 centros de formación en Bogotá y que allí podría acceder de manera gratuita a clases en siete disciplinas artísticas.

Así que don Ernesto se dirigió al centro de formación más cercano a su casa, que en su caso es el Crea Castilla y sin pensarlo se inscribió en clases de música. “Ahora como soy pensionado me queda tiempo y esta gran oportunidad de estos cursos que están dictando, con todas las garantías que económicamente no le cuesta uno nada”, enfatiza el señor Méndez.

El grupo de música al que don Ernesto se inscribió constaba en ese entonces de aproximadamente 17 adultos, quienes al igual que él, amaban la música pero no sabían cómo interpretar un instrumento.

Por esta razón, Diego Álzate, artista formador encargado del grupo, dedicó las primeras sesiones a mostrarles a los participantes diferentes instrumentos musicales para que decidieran iniciar las clases con aquel con el que se sintieran más cómodos.

“Para mí ha sido muy maravilloso porque yo nunca en mi vida había tocado un tambor, una guacharaca… y en las primeras clases que nos dio el profe, él nos pasó por todos los instrumentos (…) yo me quedé en el piano pero afortunadamente tenemos conocimiento de varios instrumentos”, recuerda don Ernesto.

Fue así como finalmente, después de tantos años, el señor Méndez destapó el piano y le dio el uso que tanto anhelaba. Ya no era un objeto decorativo, ahora sí podía interpretar con él las melodías que retumbaban en su cabeza. “Volví a destapar el piano y ahora sí lo estoy aprovechando, la mayor parte del tiempo me la paso practicando las partituras de las canciones que el profe nos está enseñando para que cada día suene mejor”, afirma.

Y es que efectivamente don Ernesto reconoce que sí es posible aprender música en la adultez pero que se necesitan dos grandes ingredientes para que la receta sea exitosa: el primero, es encontrar una persona que esté dispuesta a enseñar con paciencia y amor, y la segunda es evidentemente la disciplina.

Él, por ejemplo, no falta a ninguna clase y además presta especial atención a las indicaciones. “Tuve mucha suerte de dar con una persona que tiene mucha paciencia porque de primera mano no entendíamos bien las cosas, no sabíamos qué era un acorde, desconocíamos la música, pero gracias a él (el artista formador Diego Álzate) hemos logrado obtener un muy buen nivel. Él no ha sido un profesor para nosotros, ha sido un amigo más”, explica el ahora estudiante de piano.

Y por supuesto, no se queda únicamente con lo que aprende en clase, aprovechando que tiene el instrumento en casa, don Ernesto ha hecho de la práctica diaria una disciplina. Lo que además le ha permitido dominar muchos aspectos de la técnica que al principio se le dificultaban. “Uno llega y se sienta en el piano y toca y toca hasta que pueda hacer ese ejercicio que parece difícil”, dice.

De esta manera confirma además que nunca es tarde para aprender a tocar un instrumento musical, incluso si como él, se tiene más de 70 años. Don Ernesto da una voz de aliento a todos los que escuchan su historia cuando hace hincapié en que lo importante para aprender no es la edad, sino tener un verdadero afecto por lo que se está haciendo. “Cuando a uno le gusta un tema y le da tanto interés y tanta importancia que uno lo aprende”, dice.

Esta teoría es apoyada por Diego Álzate, quien a través de su amplia experiencia profesional y académica, ha reconocido que uno de los principales factores que incitan el aprendizaje de nuevas destrezas, es sin duda alguna la motivación. “Cada persona aprende de una manera distinta y ahí el reto es lograr que ellos se apropien de algo que quieran hacer”, indica.

De esta manera, el deseo de don Ernesto no sólo se ha cumplido, sino que la realidad ha superado sus expectativas. Él que quería aprender a tocar piano para amenizar las reuniones familiares, ha tenido la oportunidad incluso de presentarse en escenarios como la Fundación Gilberto Álzate Avendaño y la Alcaldía Local de Kennedy.

“Yo siempre era con el anhelo de un día llegar a tocar una pieza musical, cantarle a la familia (…) Pero tocar en otros escenarios ha sido increíble, yo me sentía muy orgulloso de estar tocando en ese recinto, nunca había tenido esa oportunidad. Uno cree que a le gente le gusta escuchar únicamente a la gente joven y pues no”, afirma.

Y es que efectivamente el grupo musical del Crea Castilla al que pertenece don Ernesto y que se llama Los Catadores del Sabor, son en su mayoría adultos mayores pero eso no ha sido impedimento para que hayan hecho vibrar a los públicos de los escenarios en los que se han presentado.

Sin embargo, ahora con el aislamiento obligatorio, no sólo están suspendidas las presentaciones en público, sino que Los Catadores del Sabor han tenido que aprender una nueva destreza: el uso de herramientas virtuales, para poder continuar con los ensayos.

Según don Ernesto, ni él ni sus compañeros contaban con conocimientos informáticos avanzados, así que al inicio de la cuarentena, intentaban tomar las clases vía WhatsApp, pero ya que durante los más de dos años de trabajo conjunto, han tejido lazos de amistad muy fuertes entre ellos, sentían que necesitaban verse para recrear, aunque fuera un poco, el escenario de las clases presenciales.

Fue así como se dieron a la tarea de empezar una alfabetización digital en pro de continuar con el aprendizaje de la música y poder aprovechar las herramientas como foros, chats y videollamadas que ofrece el Aula Virtual Crea.

“A mí ha tocado aquí con la hijas preguntarles: ‘muéstreme cómo hago esto o aquello’, pero ya uno al menos prende su computador y tiene su correo (…) porque prácticamente estábamos en ceros”, explica don Ernesto.

De esta manera, Los Catadores del Sabor han sacado el lado bueno de la cuarentena, ya que no solamente han dedicado un poco más de tiempo a la práctica de la música, sino que han aprovechado para aprender otras habilidades.

Finalmente don Ernesto invita a la gente a nunca abandonar sus sueños y a trabajar incansablemente por ellos hasta hacerlos realidad y obviamente a visitar https://creaencasa.idartes.gov.co/ para que al igual que él, puedan acceder a formación artística gratuita. 

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