Entre montañas y miradores, este espacio respira el aire fresco del oriente de Bogotá, donde el arte se convierte en puente entre lo natural y lo urbano. Aquí, la creatividad se eleva junto con el paisaje, ofreciendo a las comunidades un lugar para construir identidad, fortalecer vínculos y abrir caminos hacia nuevas posibilidades. En uno de los territorios más altos y diversos de la ciudad, el arte se arraiga en el presente y se proyecta hacia el futuro de quienes lo habitan.