Un día para encontrarnos
Arte, memoria y comunidad en el Crea Entre Nubes
El pasado 27 de septiembre, el Crea Entre Nubes abrió sus puertas y su corazón para vivir una jornada inolvidable. Desde las ocho de la mañana, el aire de Juan Rey se llenó de colores, voces y pasos que recorrieron los rincones del Crea en una caminata que más que un recorrido fue un acto simbólico de reconocimiento y pertenencia.
Cerca de cien personas —niños, niñas, jóvenes, adultos y mayores— se unieron para celebrar la creación, la memoria y la fuerza del arte que habita en la montaña.
El artista formador Pablo Gómez guió un hermoso taller de artes plásticas en el que los participantes, pincel en mano y con vinilos de colores, transformaron muros y emociones en un mural colectivo. La jornada continuó con una exposición abierta de los procesos de artes plásticas que llenó de vida y significado los alrededores del Crea: una galería al aire libre donde cada trazo contaba una historia del territorio.
Luego llegó un momento íntimo y profundo: un conversatorio con la comunidad, liderado por el enlace pedagógico Mauricio Grande, quien entre risas y relatos abrió un espacio de cuentería y narración oral. Allí se compartieron memorias, sueños y reflexiones sobre la importancia del arte como tejido de vida y esperanza.
La gestora de espacio, Arleny Walteros, habló sobre el valor de que la creación llegue a todos los rincones de la ciudad, del arte como posibilidad, como oportunidad y como camino de transformación. Recordó los logros del programa, como las becas que hoy disfrutan dos integrantes del grupo musical Hijos de la Tempestad, quienes continúan su formación profesional en música gracias al apoyo del Programa Crea y el Idartes.
La mañana siguió vibrando con la fuerza de la juventud y la contracultura, cuando Hijos de la Tempestad, agrupación liderada por el artista formador Elkin Rojas, tomó el escenario para llenar de energía el lugar con su música y sus letras.
Y como todo encuentro comunitario merece un cierre con sabor y calidez, la jornada terminó con una olla comunitaria, preparada con cariño por un grupo de mujeres mayores, guardianas de la memoria y la soberanía alimentaria.
Durante el compartir, el aroma del zancocho se mezcló con las voces del micrófono abierto, un espacio donde la comunidad volvió a tomar la palabra y el canto. Allí brilló Tito, integrante del grupo de personas mayores, músico empírico que ha dedicado su vida al arte y que hoy sigue aprendiendo y compartiendo su talento en el Crea. También se escuchó la voz dulce y poderosa de una niña del grupo de Elkin Rojas, quien con su canto recordó que el arte no tiene edad, que nace donde hay corazón y se expande cuando se comparte.
Así, entre risas, melodías y cucharadas de sopa caliente, el Crea Entre Nubes celebró una vez más que el arte no solo se enseña: se vive, se siente y se teje en comunidad.
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